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sábado, 5 de febrero de 2011

Pesadillas: Globos en la Atmósfera.

No hay garantías, lo sé. Creo ni yo misma pueda asegurar ser una persona consecuente u honesta todo el tiempo... sería como pedir la sobrevivencia de un Globo en la atmósfera.
Se reinicia el período escolar. Sé que voy a la universidad, pero al incorporarme a la clase noto que no es así. Estoy rodeada de niños, pero grandes. Adolescentes. Estoy en el Chilean (mi colegio de Santiago) pero con profesores del establecimiento en el que estuve acá en Valparaíso.
Todos me miran... y yo los miro a ellos, imagino que buscábamos la forma de identificarnos los unos con los otros. Sale un profesor, habla de cosas que no puedo recordar... algo como la planificación de algún evento o carnaval.
Cambia la escena.
Estamos en algún homecenter o algo así. Yo por mi parte busco pinturas para mis ventanas de la pieza, que quiero pintar de colores. Encuentro una oferta y decido comprarla. Los profesores dicen que compremos sus cosas y las mías con mi dinero y que nos la arreglamos luego. Done.
Volvemos a clases... exijo la devolución de mis cosas, pero todos me ignoran. (Las autoridades de respeto fallan, me engañan en vez de protegerme)...
Salimos de la sala, para presenciar el dicho evento. Yo me desespero, mientras todos mis compañeros danzan adormecidos y perfectamente alineados. Corro velozmente en búsqueda de mis cosas, ayuda o quizás salir de ahí. Llego a la sala y la encuentro revuelta, desordenada... y descubro que a todos los alumnos se nos ha robado. Entra alguien por la puerta, descubriéndome. Lo encaro, le exijo la devolución de lo robado y de las pinturas que había comprado con anterioridad. Se niega y trata de agredirme... yo corro y corro en búsqueda de profesores de confianza.
Me los encuentro celebrando, vestidos de trajes excéntricos, hablando temas banales... alabando sus vanidades propias.
Los miro con decepción y desaparezco del lugar.
Corro por el patio de la casa de mi papá... rodeo el taller de mi abuelo, entro mi cabeza y me encuentro con uno de ellos usando sus herramientas. Rompo en llanto y entro a la casa.
Me encuentro con mi papá... está acostándose. Me le arrojo encima... lloro, chillo, grito... el me mira y se sonríe. Siempre es lo mismo con él. Yo no entiendo por qué sonríe, cuando debería llorar.


Naturalmente desperté hecha un mar de lagrimas... decido escribirlo, porque siento que refleja un millón de cosas, cosas que no quiero olvidar.