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domingo, 10 de enero de 2010

Trastorno.

Soy de la clase de personas que cuando pasa por alguna etapa, debe hacerlo notar.
No es para que lo vea el resto, es para que yo realmente así lo sienta. Puede ser un cambio en mi apariencia (cortes de pelo, de imagen, maquillaje), en mi higiene (de pronto me ducho seguido... o como ahora, no lo hago), Corrientes artisticas... leer mucho, pintar o dibujar, escribir, la música. ^Puedo ponerme antisocial y solo querer meditar, puedo querer evadir la vida y beber y distorcionarme (dentro de mis posibilidades) en fin, un millón de cosas.
Pero, cuando empiezo a soñar sé que es algo grande.
Es una seguidilla de pesadillas horrorosas, pero al pasar el espanto viene una tranquilidad reconfortante. Al hablar con mi papá y verle la cara llena de serenidad, verle la expresión de "aun eres una niña" es esperanzador. Me gusta la idea de aun serlo, weon, lo prometo. Es una sensación de ser feliz con weas minimas. Tengo ambiciones, y muchas, eso está claro. Pero la simpleza, la simpleza no se compra. Mucho menos la inocencia. Y ahi sigo yo, y me animo, y me reclamo y todas la manos, pero ahi sigo yo. Ver que las cosas avanzan, el pasado es pisado y escupido en su cara de traidor. Aprender... juro por dios que no me quiero volver a equivocar.
Bakan tener toda la vida por delante pa seguir avanzando, bakan tener la convicción de querer desplegar las alas y volar por el mundo. "el mundo es tuyo, esta ahí para que vayas a por el".
Bueno, calma no más.
No me quiero rendir y no me quiero vender. Que me falte cualquier cosa, menos mis ideales.
No, no voy a comprar mi felicidad.
(Como que me fuí en vola y arranqué pa otro lado... me declaro incoherente!)