La flor.

-Las espinas... ¿Para qué sirven?
El principito nunca renunciaba a una pregunta una vez que la había formulado... y yo estaba tan irritado con el perno que respondí cualquier cosa:
-Las espinas no sirven para nada, son pura maldad de las flores.
-Oh!
Despues de un silencio me contestó con rencor:
-No es cierto! ¡Las flores son débiles!... Ellas son ingenuas...
Se defienden como pueden y se creen terribles con sus espinas...
(...)
-¿y tú?... ¿Tú crees que las flores...?
-¡No, pero no, no! Yo no creo nada... te contesté cualquier cosa, estoy preocupado por cosas serias.
Me miró estupefacto.
-¿De cosas serias? ¡Hablas como las personas grandes!
Me avergonzó un poco. Pero él, despiadado, agregó:
-¡Confundes todo... todo lo mezclas!
Estaba verdaderamente irritado. Sacudía sus cabellos dorados.
-Conozco un planeta donde hay un señor gordo. Jamás ha olido el perfume de una flr, jamás ha mirado una estrella, jamás ha querido a nadie... no ha hecho más que sumas y restas, y todo el día hace como tú: ¡Soy un hombre serio! Y se infla de orgullo. Pero no es un hombre, ¡Es un hongo!
El principito estaba ahora pálido de cólera.
-Hace millones de años que las flores fabrica espinas. Hace millones de años que los corderos se comen las flores... ¿Y no es serio tratar de comprender por qué las flores se esfuerzan tanto en tratar de fabricar espinas si no sirven para nada? ¿no es importante la guerra de los corderos y las flores? ¿No es más serio y más importante que las sumas de un señor rojo y gordo?... ¿Y no es más importante que yo conozca una flor única en el mundo, que no existe en ninguna otra parte salvo mi planeta, y que un corderito puede aniquilar cualquier mañana, así de un golpe, sin darse cuenta de lo que hace? ¿Eso... no es importante?
Enrjeció y agregó:
-Si alguien ama una flor de la que no existe más que un solo ejemplar ebtre millones y millones de estrellas, es bastante para que sea feliz cuando mira las estrellas. Esa persona se dice: "Mi flor esta ahí, en alguna parte..." Y si el cordero se come la flor, para esa persona es como si bruscamente todas las estrellas se apagaran... Y, ¿Esto no es importante?
No puedo decir nada más. Estalló en sollozos.
Es una estrella, en un planeta dormido, el mío, la Tierra, había un Principito que necesitaba consuelo. Lo tomé en mis brasos, lo acuné y le dije:
-La flor que amas no corre peligro... Dibujaré un bozal para tu cordero... Dibujaré una armadura para tu flor... dibu...
No sabía que decir, me sentía muy torpe. No sabía como llegar a él, cómo consolarlo... ¡Es tan misterioso el país de las lagrimas...!